domingo, 12 de abril de 2020

Yo no te pido la luna...o sí.

Metidos como estamos de lleno en este desconocido estado de confinamiento, intentamos sacar partido a todo lo que tenemos a nuestro alrededor. Intentamos terminar cosas que normalmente el ajetreo de la vida laboral no nos permitía, sacar uso y provecho a lo cotidiano, mirar con ojos nuevos quizá objetos o situaciones comunes. Intentando además ser fuertes, por nosotros mismos, por los que conviven con nosotros, por esos que por condiciones, por edad o por cualquier otro motivo no pueden hacerse cargo de regular sus propias emociones.

Parece mentira que entre tanto afán de rellenar nuestro tiempo para que no nos inunde el pánico mental y no perdamos los papeles ni la chaveta, al final nos estamos creando un estrés por no ser capaces de llegar a todo lo que nos proponen, lo que nos ofrecen, lo que tenemos pendiente y nos hemos propuesto terminar y lo que debemos hacer en el día a día.

En medio de todo esto al final volvemos a estar metidos en una vorágine, volvemos a encontrarnos faltos de tiempo y estresados. Porque con la mayoría de gente con la que hablo coincide en decirme que está ahora más liada que antes. Y encima además ahora estamos preocupados. Por nuestros mayores, por nuestro futuro, por si será posible que todo nuestro mundo que quedó de repente paralizado pueda volver un día  a la normalidad, y aquel desordenado orden que antes nos parecía insignificante o insuficiente pueda ser por fin retomado.

Entre todo esto también intentamos, en la medida de lo posible, no perder nuestro pequeño tiempo de relax, aquel que antes ocupábamos en nuestras aficiones. Algo complicado cuando esa afición conllevaba desplazamientos, uso de equipos o instalaciones que no tenemos en nuestro domicilio normalmente.

Así que yo sigo mirando hacia arriba, sigo buscando en una de mis aficiones mi escapada de esta irrealidad, un cielo que ahora tengo limitado por el hueco que me dejan una terraza y unas ventanas (y menos mal).
En estos días la luna atraviesa ese cielo, me ha acompañado estas noches pasadas y lo hará aún en las próximas. No he tenido la suerte de tener visible el paseo de Venus por la Pléyades, algo que no se volverá a dar hasta dentro de ocho años, pero tengo la suerte de haber disfrutado de muchas de las instantáneas conseguidas por mis compañeros de afición, como las de Jose Mª Fernández aquí

http://cielosdeosuna.blogspot.com/2020/04/y-venus-cruzo.html

o las de Ana Moya o Tiempo de Estrellas cuyos enlaces a sus redes incluyo aquí

https://twitter.com/anam2fernandez/status/1246200618387148801?s=20

https://twitter.com/TiempoEstrellas/status/1246210066920943618?s=20


A mí el cielo me deja otras vistas, como las de disfrutar de otros tres planetas en las horas previas al amanecer. Pero eso es otra historia...

Lo que me trae hasta aquí, además de mis primeras divagaciones mentales iniciales, es poner en orden algunas cosas sobre la luna. Esa fiel compañera que nos escolta siempre, y que es objeto de veneración de poetas, enamorados, curiosos, soñadores, divagadores, incrédulos, conspiranoicos y anticonspiranoicos, y creo que todo humano sobre el planeta en alguno u otro momento. Ese cuerpo tan presente, y quizá para los astrónomos aficionados tan olvidado, ya que parece que nos gusta centrarnos más en conseguir sacar las nebulosas más tenues y lejanas que echarle tiempo a algo que tenemos tan cercano y al alcance de pequeños aparatos, y seguro que al que más de un compañero ha vuelto en estos días.

La luna es el objeto por el que todos empezamos a fijarnos en el cielo pero sólo unos pocos le siguen dedicando después el tiempo suficiente como para conocerla a fondo. Y además, encima después se convierte en nuestro enemigo porque lo que los aficionados a la astronomía buscamos son las noches de luna nueva, esas noches sin luna donde poder sacar todo el jugo posible a la oscuridad del cielo. Así que normalmente huímos de la contaminación lumínica de los núcleos urbanos, pero también nos provoca contaminación la luz de la luna.

La luna sólo nos ofrece una cara visible, pero ¡qué cara! Debido al movimiento de libración podemos llegar a observar hasta el 59% de su superficie, pero nada más, porque los movimientos de rotación y traslación lunar tienen el mismo periodo, por lo que la luna tarda lo mismo en dar una vuelta sobre sí misma que alrededor nuestra.
En estas pasadas noches y hasta la llegada del plenilunio he estado fotografiando el aspecto de nuestro satélite.
El terminador es la línea que delimita el día y la noche lunar. Debido al ángulo con el que la luz solar incide sobre la superficie se producen sombras que definen las formas y las hacen visibles. La observación de la luna se va haciendo atendiendo al avance del terminador a través de la superficie, porque cuando la luna está totalmente llena además de que es muy difícil observarla debido a la gran luminosidad que tiene, los accidentes aparecen planos y sin relieve. Las luces y sombras de la luz del sol hacen emerger los cráteres, las laderas, las líneas que nos proporcionan los detalles del terreno.

He hecho una composición con las imágenes que he ido tomando estos días, desde una luna con una edad de 9 días, pasado el cuarto creciente, hasta la luna llena.


Cada día la luna nos presenta un nuevo paisaje, nos hace visibles nuevos accidentes gracias a ese juego de luces y sombras.

A efectos de observación podría parecer que los días que se nos presentan por delante son los menos llamativos en cuanto a accidentes que disfrutar, pero no es del todo así.  No soy una gran conocedora de la luna, pero vamos a darnos un pequeño paseo por lo que he sido capaz de ver con la ayuda de un objetivo fotográfico de 600 mm.






En los primeros días tenía una luna de día, la luna estaba saliendo del horizonte a las 14:20 h, UTC + 2 en el día 9 (la imagen está tomada a las 20:00 h, que es lo que tengo visible desde mi casa).
Y en los días sucesivos irá saliendo entre 50 y 60' más tarde y además irá desplazando hacia el sur un poco el punto de salida. Lo que llama la atención a simple vista es el gigantesco cráter Copérnico en todo el centro del hemisferio, aunque ya ha pasado por ahí el terminador y seguro que unas horas antes ofreció una magnífica vista de sus laderas y sus contraluces. A lo largo de esta línea tenemos tres cráteres visibles, Plato al sur, Copérnico en el centro y Bullialdus, en el centro de Mare Nubium.

Son magníficos y sugerentes los nombres que se han ido colocando a estas zonas oscuras situadas entre elevaciones del terreno y que visualmente se asemejaban a los mares terrestres, ayudan a que nuestra imaginación aún vuele más allá, Mar de las nubes (Nubium) o de las lluvias (Imbrium) y justo debajo de ellos el gran Oceáno de las Tormentas (Procellarium), no podía ser de otro modo,  que se irá dejando ver un poquito más noche tras noche a partir del 10ª día. Un extenso terreno que "sólo" tiene una extensión de
  1 692 000 km2 y que fue el escenario elegido para la bajada del Apolo XII. En realidad los mares lunares no son más que grandes extensiones llanas recubiertas de lavas basálticas.
En esta décima noche de lunación aparece a la vista una de las formaciones más bellas, la Dama, la doncella de la luna. Cuando la luz incide sobre los montes que encierran el Mare Imbrium nos aparece de forma mágica la figura de una mujer con el cabello al viento, Sinus Iridium, la bahía del arco iris y la elevación de los montes Heráclides son los que generan esta singular forma.


A partir del día 11 podemos observar también el Mare Humorum, mar de la humedad. En sus límites el curioso cráter Gassendi que junto con el pequeño cráter Gassendi A,  situado en los mismos límites del principal forman una curiosa figura llamada la perla de la luna.

Siempre desde mis modestos medios, esto lo que poco a poco nos va enseñando la superficie lunar. Teniendo en cuenta que cada día sale unos 60 minutos más tarde y que el tiempo para su  observación se va adentrando día a día en la noche.


Si en lugar de un pequeño tubo de 600 mm utilizamos un telescopio, aunque sea de pequeña abertura y vamos jugando con oculares de distinto aumento, nos asombraremos con todo lo que somos capaces de observar.  Incluso con unos prismáticos sobre un trípode Y lo podemos hacer desde casa, en pequeños ratos cada noche.


Y ya rozando la luna llena las sombras nos desvelan el oscuro cráter Grimaldi situado en la zona más occidental. Casi ha perdido ya su interés porque aunque nos fascina la luna llena de forma visual en los cielos nocturnos, a la hora de realizar una observación rigurosa es demasiado difícil. Demasiado luminosa.


Y llegó la superluna, la tan festejada y anunciada luna en el perigeo, la distancia mínima a la Tierra y la luna llena más grande de este 2020


Luna de Nisán, de Pascua, la luna llena de primavera que marca la Semana Santa en nuestro calendario. La luna llena que no salió rosa, ni salió igual que ninguna otra noche, o sí, porque ajena a todo lo que nos pasa por aquí abajo por ahí arriba todo sigue igual, los mismos ciclos se suceden haciendo normales estos días extraños.

Mientras tanto seguid cuidándoos mucho.

Un abrazo,

Alicia





Para saber más:

"Guía del Firmamento" Jose Luis Comellas RIALP 9ª Ed.
https://www.hidden-nature.com/una-historia-selenologica/
https://bitacoradegalileo.wordpress.com/category/luna/
https://twitter.com/ElbesoenlaLuna/status/1247432859553542144
https://www.ungeologoenapuros.es/2014/10/el-origen-de-oceanus-procellarum-en-la-luna-no-fue-un-gran-impacto/
https://www.astronomadas.com/todo-astronom%C3%ADa/2016-actividades/20161209-doncella-de-la-luna/