sábado, 2 de enero de 2021

Astrofotografía en femenino


Tengo un par de adorables compis "pesados" que me dicen que tengo esto olvidado, que se me acumula el trabajo, así que para comenzar el año bien, vamos a retomar las buenas costumbres. 

Hace unos meses un buen amigo me pidió que le escribiera algo para colaborar en una revista que publica de forma trimestral y a la que le dedica esfuerzo y mucha ilusión. Quería hacer un número de firma femenina. Así que me puse manos a la obra y junto con otras compañeras de gran calibre nos quedó algo muy interesante. Desde aquí muchas gracias a Miquel Duart por contar conmigo para este número tan especial de su Universo LQ y os animo a conocer la publicación. 




https://issuu.com/universolq/docs/universo_lq_n_34



Así que sin más paso a dejar aquí el artículo, no sin antes desear para todos un Feliz Año y que sigamos cuidándonos para poder seguir disfrutando de muchos buenos momentos. 


Un abrazo, 

Alicia 




Los astrónomos conformamos una especie distinta , de ese tipo que es capaz de pasar la noche pasando frío con los ojos en un telescopio, de esa que recorre kilómetros para encontrarse con cielos oscuros y hace largos viajes de ida y vuelta en una noche, de la que se levanta a horas intempestivas para disfrutar de un especial evento celeste, o se sumerge durante horas en una pantalla intentando desvelar la belleza que no tenemos a nuestro alcance inmediato, asumiendo que a veces nuestros ojos resultan una herramienta pobre para poder captar toda la verdadera grandeza de lo que no tenemos en un entorno cercano.

Pero además, dentro de todo esto, las mujeres somos escasas en este campo, aún más en el de la astrofotografía.





La astronomía es una de las pocas ramas de la ciencia donde se pueden hacer aportes tanto desde el mundo profesional como desde el del aficionado. Esto la hace muy atractiva, teniendo en cuenta además que nos acerca a grandes preguntas existenciales: ¿estamos solos? ¿qué hay más allá, en el infinito? ¿cuáles son nuestros orígenes?... y a grandes respuestas, puesto que nosotros mismos “estamos hechos de la misma sustancia que las estrellas”.

Fotografiar el cielo contribuye a ofrecer repuestas a parte de esas preguntas porque nos permite trascender a los sentidos. La imagen nos revela el color de las estrellas, que nos da información sobre sus estados evolutivos; nos revela nebulosas inaccesibles a nuestros ojos, cuyas formas caprichosas conforman guarderías estelares, masas de gas que se iluminan mostrándonos la fuerza de fenómenos naturales que suceden a billones de kilómetros y que además tuvieron lugar en tiempos remotos. Porque otra de las grandezas de la astrofotografía es que nos permite ver más allá del espacio y del tiempo, permitiéndonos ese extraño viaje al pasado.


La fotografía es un arte, la astronomía es una ciencia. Cuando se combinan ambas no sólo unimos arte y ciencia complementando de forma esencial cada una de estas dos disciplinas; cuando unimos el término “astro” al de “fotografía”, estamos añadiendo un componente de gran peso tecnológico que debemos incorporar a nuestra base de conocimiento personal.

Leía hace poco de alguien que es un referente para mí que la astrofotografía es un arte interdisciplinar, y que la persona que quiera dedicarse a ello debe tener conocimientos en múltiples ramas para poder llevar a buen puerto el proyecto que tiene en mente. Si tenemos esa información con nosotros, si disponemos de esa cultura multidisciplinar, podemos hacer siempre una lectura más profunda de lo que en realidad estamos afrontando.





Entendamos para empezar que astrofotografía no es fotografía de paisaje nocturno, sino la que se centra exclusivamente en el cielo como temática. Para llevarla a cabo, se utiliza un equipo muy distinto al usado en cualquier otra rama de la fotografía. Las cámaras normalmente son específicas, y en vez de utilizar objetivos y trípodes nos valemos de telescopios y monturas motorizadas. Hablamos de conseguir imágenes de cielo profundo que, debido a la escasa luminosidad que tienen estos objetos y a la enorme distancia a la que se encuentran, nos obligan a realizar gran cantidad de tomas de larga exposición sobre monturas que deben ir haciendo un seguimiento al movimiento del cielo. Las cámaras que solemos utilizar son monocromáticas en su mayoría, por lo que debemos trabajar con filtros con los que vamos discriminando las partes del espectro que nos interesa.




Hasta aquí estarán conmigo en que no hay nada en lo dicho anteriormente que predisponga al masculino o el femenino. Conozco a muchas y muy buenas compañeras astrónomas, aunque es verdad que la presencia de la mujer en la astronomía (al igual que en la mayoría de carreras y aficiones científicas) sigue siendo minoritaria.


En astrofotografía estamos constantemente trabajando con programas y electrónica. Cuando llegamos al campo montamos el equipo, ponemos en estación, organizamos los cables, encendemos el ordenador… y ¡empieza la diversión!

Y es aquí, quizá, donde algunas compañeras ven problemas y se les hace muy cuesta arriba. Es todo el apartado tecnológico, en mi humilde opinión, el que intimida a aquellas que se empiezan a acercar a este campo y terminan siendo abatidas. Pero todos necesitamos darnos el tiempo suficiente para conocer cómo trabajan nuestros instrumentos, lo que hará que podamos dedicarnos a encontrarnos con el cielo y fotografiarlo a nuestro antojo. Entonces es cuando empezaremos a disfrutar.




En resumidas cuentas, la astrofotografía es fascinante, pero hay que estar muy enamorada de ella y dotarse de una gran dosis de paciencia para tratarla. Y lo que sí es fundamental es que hay que perderle el miedo a la tecnología y la electrónica que lleva asociadas, que son en mi opinión los principales obstáculos que encuentran las mujeres que en algún momento empiezan a acercarse tímidamente a este “lado oscuro” de la astronomía y hacen que terminen alejándose poco a poco. Tenemos mucho que aportar a este arte, somos distint0s afortunadamente, miramos distinto e interpretamos diferente. Esta diferencia en las perspectivas enriquece inevitablemente cualquier disciplina.

A lo largo de la historia, la mujer ha tenido que trabajarse duramente su lugar en el mundo de la ciencia y la técnica. Han tenido que crecer de forma lenta y pausada esas gigantes para poder alzarnos hasta donde estamos, y es nuestro legado seguir recorriendo el camino. Afortunadamente existe mucho compañerismo en esta afición, una de las cosas que la hace tan bonita y tan grande, por lo que siempre hay quien presta ayuda y cables cuando se necesitan, da igual que seas chico o chica.

Fue la mujer astrónoma quien tuvo la paciencia y la constancia de estudiar el color y los cambios de brillo de las estrellas con los medios de los que disponía a finales del S. XIX, ¿qué no seremos capaces de hacer con los medios que tenemos hoy? Y la emoción de ver formarse entre tus manos por primera vez una nebulosa o una galaxia después de la lucha contra los “elementos” es algo indescriptible. ¿En serio te lo quieres perder?





Para saber más os animo a buscar sus trabajos:



Maritxu Poyal Viúdez

Ana Moya Fernández @anam2fernandez

Guadalupe Fernández Vega https://www.flickr.com/photos/145166433@N06/

Marina Prol @marprol

Stacey @astrostace

Sara Wager @swag_astro

Vicki @superlunarchick

Cristina Cellini

Wanda Conde-Silva
Debra Ceravolo https://www.astrobin.com/users/debraceravolo/

Molly Wakeling http://www.astronomolly.com/



Referencias:


Fotografiar lo invisible” Vicent Peris, 2020


https://astroaficion.com/2019/02/11/una-reflexion-sobre-las-mujeres-astroaficionadas/


https://blog.cielosboreales.com/colores-mujeres-y-astronomia/